Siempre que surge el tema de la disolución del Estado hay dos objeciones que aparecen constantemente. La primera es que una sociedad libre solo sería posible si la gente fuera perfectamente bondadosa o racional. En otras palabras, los ciudadanos necesitan un Estado centralizado porque en el mundo hay gente que es mala.
El primer y más obvio problema que tiene esta posición es que, si hay gente mala en la sociedad, también la habrá dentro del Estado – donde serán más peligrosos. Los ciudadanos pueden protegerse contra individuos malos, pero no tienen nada que hacer contra un Estado agresivo y armado hasta los dientes con policía y ejército. De ahí que el argumento que dice “necesitamos al Estado porque hay gente mala en el mundo” es falso. Lo correcto sería decir que el Estado debería ser desmantelado precisamente porque hay gente mala en el mundo, pues si no estos se verán inevitablemente atraídos por su poder como instrumento para lograr sus malvados fines – y a diferencia de los gamberros privados, la gente mala en posición de gobierno tiene a la policía y al ejército a su disposición para imponer sus caprichos sobre una población indefensa (¡y normalmente desarmada!).
Lógicamente hay solo cuatro posibilidades de representar la mezcla de gente buena y mala en el mundo:
- Todas las personas son buenas
- todas las personas son malas
- la mayoría de las personas son buenas, y una minoría malas
- la mayoría de las personas son malas, y una minoría buenas
(¡Un equilibrio perfecto entre el bien y el mal es estadísticamente imposible!)
En el primer caso (todas las personas son buenas) el Estado es obviamente innecesario, pues la maldad es algo inexistente.
En el segundo caso (todas las personas son malas) la existencia del Estado no puede permitirse por una simple razón. El Estado, nos dicen, debe existir porque hay gente en el mundo que desea hacer daño y que sólo se contienen por miedo a sus represalias (mediante policía, prisiones, etc.). Un corolario de este argumento es que, cuanto menos intensa sea la represalia que temen, tantas más fechorías cometerán. Sin embargo, el Estado no está sujeto a ninguna fuerza disuasoria, sino que este es la ley en sí misma (incluso en las democracias de los países desarrollados, ¿cuántos policías y políticos van a la cárcel?). De ahí que, si la gente mala desea hacer daño pero solo pueden ser contenidos por la fuerza, entonces la sociedad nunca debería permitir ningún Estado, porque estos inmediatamente tomarían el control del mismo para poder hacer el mal libremente y sin miedo al castigo. En una sociedad de pura maldad, la única esperanza de estabilidad sería un estado de naturaleza, donde un armamento generalizado y el miedo a las represalias reprimirían los malvados intentos de grupos dispares.
La tercera posibilidad es que la mayoría es mala, y solo unos pocos buenos. Si este es el caso, entonces el Estado tampoco se puede permitir que exista, puesto que la mayoría de aquellos que lo controlarían serían malos y mandarían sobre la minoría de personas buenas. La democracia, en particular, no puede ser instituida porque la minoría de personas buenas quedaría subyugada a la voluntad democrática de la mayoría. Los malos, que desean hacer daño sin temor a represalias, inevitablemente tomarían el control del Estado y usarían su poder para realizar sus maldades con total libertad.
Las personas buenas no actúan con bondad porque tengan miedo a las represalias, sino porque adoran el bien y la buena conciencia – por eso, al contrario que los malos, el control del Estado no les atrae ni les supone ganancia. Así que podemos tener la certeza de que, en este caso, el Estado estará controlado por una mayoría de personas malas que gobernarán a todos, para detrimento de los buenos.
La cuarta opción es que la mayor parte de la gente es buena, y tan solo unos pocos son malos. Esta posibilidad está sujeta a los mismos problemas expuestos anteriormente, principalmente que los malos siempre querrán hacerse con el control del Estado para protegerse de las represalias. Esto, sin embargo, cambia la apariencia de la democracia: es precisamente debido a la bondad de la mayoría que los malos, hambrientos de poder, deberán mentirles para alcanzarlo y, una vez en el cargo público, romperán su promesa y se dedicarán a realizar su agenda personal, imponiendo su voluntad por medio de la policía y el ejército (esto es lo que ocurre actualmente en las democracias modernas, por supuesto). En efecto, el Estado representa el mayor premio al que puede aspirar toda persona vil, de ahí que su magnífico poder sea rápidamente controlado por estos – con el resultado de que, nuevamente, la institución de un Estado no puede permitirse en la sociedad.
Esta claro, entonces, que no existe ninguna situación lógica bajo la que un Estado pueda existir de manera justificada. La única justificación posible se daría acaso si la mayoría de las personas fueran malas pero el Estado estuviera controlado siempre y por siempre por una minoría bondadosa. Esta situación, si bien de interés teórico, se desmorona lógicamente porque:
- la mayoría de personas malas rápidamente superaría en votos a esta minoría, o la derrocarían en un golpe de Estado
- no existe forma de asegurar que siempre el Estado vaya a ser manejado por personas buenas
- no hay absolutamente ningún ejemplo de que semejante situación haya ocurrido en los oscuros anales de la historia del Estado.
El error lógico que siempre se comete en defensa del Estado es el de imaginar que cualquier juicio moral colectivo que se hace de los ciudadanos no incluye también al grupo que los gobierna. Si un 50% de la gente es mala, entonces al menos un 50% de la gente que gobierna también es mala (y probablemente más, puesto que quien es malo desea el poder). Así, la existencia del mal no puede nunca justificar la institución del Estado. Si no existe el mal, el Estado es innecesario, y si el mal existe, el Estado es algo demasiado peligroso para ser permitido.
¿Por qué siempre se comete este error? Hay un cierto número de motivos, que aquí solo es posible mencionar brevemente. El primero es que el Estado se presenta ante los niños en forma de tutores de escuela pública, a quienes se considera autoridades morales. Esto representa el primer paso en un proceso de identificación de bondad con autoridad estatal que es contínuamente reforzado durante años de repetición. El segundo motivo es que el Estado nunca enseña nada a los niños acerca de la raíz de su poder – la violencia – sino que en su lugar se hace pasar por cualquier otra institución social, como un negocio, iglesia u organización caritativa. La tercera es que la prevalencia histórica de la religión siempre ha cegado a los hombres ante la maldad del Estado – lo que explica por qué siempre al Estado le ha interesado defender los intereses de la Iglesia. En la cosmovisión religiosa, el poder absoluto es sinónimo de bondad perfecta, en forma de ser divino. En el mundo real y político de los hombres, sin embargo, el incremento de poder siempre significa mayor maldad. En religión, también, todo lo que pasa debe ser para bien – de ahí que el resistirse a un poder político usurpador sea visto como lucha contra la voluntad de un ser divino. Hay otras muchas razones, por supuesto, pero estas están entre las más profundas.
Como fue mencionado al principio de este artículo, la gente generalmente comete dos errores cuando se les confronta con la idea de la disolución del Estado. La primera es que este es necesario porque existe gente mala en el mundo. La segunda es la creencia de que, en ausencia del Estado, cualquier institución social que surja inevitablemente lo reemplazará. Organizaciones de resolución de disputas (ORD), compañías de seguros y fuerzas de seguridad privada son todos considerados cánceres potenciales que se inflarán y acapararán el cuerpo político.
Esta visión surge del mismo error ya descrito aquí. Si es cierto que todas las instituciones sociales están constantemente intentando imponer su voluntad sobre los demás, entonces en función de ese mismo argumento la existencia de un Estado centralizado nunca puede ser permitida. Si es ley de hierro el que todo grupo de personas siempre tratará de someter al resto de grupos e individuos, entonces tal codicia de poder no se detendrá porque uno de ellos haya ganado, sino que se esparcirá por la sociedad hasta que la esclavitud sea norma. En otras palabras, la única esperanza para la libertad es que haya una proliferación de grupos, cada uno con poder para dañar al otro, y por tanto temerosos el uno del otro – un equilibrio más o menos pacífico.
Es muy difícil comprender la lógica e inteligencia del argumento por el cual, para protegernos de un grupo que podría subyugarnos, deberíamos apoyar a un grupo que ya nos ha subyugado. Es similar al argumento estatista sobre monopolios privados – que los ciudadanos deberían crear un monopolio estatal porque tienen miedo de los monopolios. No hace falta ser muy agudo para ver tamaño disparate.
¿Qué evidencia existe de que la competencia entre poderes decentralizados promueva la paz? En otras palabras, ¿hay algún tipo de hechos objetivos en que podamos basarnos para apoyar la idea de que un equilibrio de poder es la única posibilidad de libertad para el ciudadano?
El crimen organizado no provee muy buenos ejemplos, pues las bandas tan frecuentemente corrompen, manipulan y usan el poder del Estado para imponer su ley, y por tanto no puede decirse que operen en estado natural. Un mejor ejemplo sería el hecho de que ningún líder ha declarado nunca la guerra a otro líder que posee armas nucleares. En el pasado, cuando los líderes se sentían inmunes a las represalias, estaban más que dispuestos a sacrificar a su propia población en acciones de guerra. Ahora que ellos mismos están sujetos a tal aniquilación, solamente están dispuestos a atacar a aquellos países que no pueden contraatacar.
Esta es una lección instructiva sobre por qué los líderes políticos necesitan de poblaciones desarmadas y dependientes – y un buen ejemplo de cómo el miedo a la represalia, inherente a un sistema equilibrado de poderes decentralizados y en competencia, es el único método probado de afianzar y mantener la libertad personal. Adentrarse en la prisión del Estado por escapar de fantasmas imaginarios solamente asegurará la destrucción de las libertades por las que merece la pena vivir.
11 de Noviembre, 2005
(originalmente publicado en lewrockwell.com / Traducción por José M Pérez) http://lewrockwell.com/orig6/molyneux4.html
Interesante reflexion… Sin embargo son argumentos contra un sistema, pero no proponen la alternativa. Cómo gestionar una comunidad de cien mil personas (una ciudad mediana)? O un millon? O cincuenta millones?
¡Gracias por tu comentario! La “reflexión” pretende ser una demostración lógica, luego es válida o inválida. Los argumentos de ‘efecto’ como el que propones no afectan a su validez, de la misma forma que unos resultados empíricos aparentemente satisfactorios no pueden dar validez a una teoría que contiene un error lógico. De hecho, si la teoría es incongruente, podemos estar convencidos de que los resultados empíricos – o aquellos efectos que supuestamente demuestran que el Estado es bueno – serán incorrectos. En este caso – y en el de todos los Estados de la historia – la información de que esos efectos son beneficiosos ha venido siempre y por siempre del Estado mismo, lo que tambien abona la tesis original. Hay numerosos ejemplos de que tu presuposición acerca de la eficiencia del gobierno es incorrecta – notablemente en ciencias económicas – si bien estos no son necesarios cuando la misma tesis de que el Estado es bueno queda invalidada como principio.
A las sociedades esclavistas del pasado también les surgía la misma duda que planteas cuando se proponía la abolición – que también tenía un carácter moral. ¿Cómo se iba a organizar la sociedad sin esclavos? … Está claro que la respuesta no era nada que nadie pudiera ni tuviera los conocimientos para responder en esa época – e igualmente nada que invalidara la tesis de que la esclavitud es inmoral. Por otro lado, ejemplos de que la organización más eficiente de grupos humanos es de naturaleza anárquica o voluntarista no creo que haga falta mencionar. Nadie funciona bien bajo coerción.
Creo que lo que se está discutiendo aquí no se puede tratar como si fuera una demostración matemática o lógica, que pueda ser absolutamente correcta o incorrecta. Simplemente no me parece una forma productiva de afrontar el debate.
Ya la primera hipótesis que presupone me resulta extraña: “Si todos son buenos, el Estado es obviamente innecesario”. Qué entiendes por Estado?
Una comunidad, para que se desarrolle y funcione, necesita organizarse. Para que existan los avances científicos, médicos, tecnológicos que nos permiten vivir más y mejor hace falta organizar y gestionar la comunidad. La única manera de hacerlo es estableciendo principios, normas, leyes, que permita que las cosas funcionen, que la gente se eduque, y que pueda desarrollar su potencial. Sobre el cómo decidir quién escribe dichas leyes se podría escribir mucho, ya que hay muchas posibilidades de funcionamiento (más o menos democrático). Pero no estamos discutiendo eso. Lo que se discute es sobre el Estado mismo. Para mí el Estado es dicha estructura organizativa de una comunidad grande de gente, que a mí me parece necesaria. Si hasta para tomar decisiones en una comunidad de vecinos hace falta una junta vecinal, para organizar el funcionamiento de un país de 45 millones de habitantes, hace falta algo, y a ese “algo” yo lo llamo Estado. No uses argumentos de coerción de libertad contra ese concepto de Estado. Dime más bien cómo gestionarías una gran comunidad sin un Estado.
Decir que no te parece nada “productivo” no es ningún argumento en contra de la posibilidad de lo que es basicamente razonar acerca del Estado. Dices que la reduccion lógica usada en el articulo no es valida y que no demuestra nada “matematicamente” pero no explicas por que – acaso tu contención no puede tampoco demostrarse?
El Estado se define como un monopolio territorial sobre la iniciación de la violencia. Los medios de organización de grupos humanos no necesitan de coerción. Estos pueden denominarse de muchas formas, ser muy beneficiosos y regidos por normas diversas, pero la palabra Estado o Gobierno se reserva para aquellos que tienen la violencia en la raíz de sus normas: leyes. Una ley no es simplemente una norma de organización, sino un imperativo de conducta justificado por la fuerza bruta. No estamos hablando de tu definición del Estado ni tampoco estoy usando “argumentos de coerción” – los impuestos no se llaman asi por accidente. Si esto no es cierto por favor demuéstralo.
La violencia no es inherente a la ley. La ley responde con violencia sólo en los casos en los que haya que evitar una violencia mayor. Si yo evado impuestos, la ley no tiene por qué responder con violencia contra mí. Basta ponerme una multa.
Para aclarar mejor tu punto de vista, explicame que debe hacer una organizacion grande de gente contra alguien que mata, o hace daño a otra gente. Explicarle amablemente que sería mejor para todos si tirara el arma al suelo?
“Si yo evado impuestos, la ley no tiene por qué responder con violencia contra mí. Basta ponerme una multa.” – En primer lugar, lo que dices implica que reconoces la posibilidad de que el Estado use la violencia contra ti por evadir impuestos, luego tu primer enunciado de que “la ley sólo responde en los casos en que haya que evitar una violencia mayor” es falso. En efecto, la ley responderá con violencia, y si no lo hace cuando evadas impuestos lo hará cuando evadas la multa, o las llamadas a juzgado.
“Para aclarar mejor tu punto de vista, explicame que debe hacer una organizacion grande de gente contra alguien que mata, o hace daño a otra gente. ” – lo mismo que haría ahora: defenderse con la violencia si es necesario – preferiblemente por sistemas y personal de seguridad privados. Es por eso que el Estado se define como un monopolio sobre la iniciación de la violencia, como demuestra precisamente la acción de la Policía ante meras inacciones – como el impago de impuestos, multas, o lo que quiera que el Estado considere una obligación para el ciudadano.
En este punto me gustaría señalar que primeramente has hecho una crítica a este artículo basada en “falta de alternativas” tras haber leído y calificado el artículo de “interesante reflexión”, así que cabe pensar que conocías la definición básica de Estado como un ente que impone la violencia sobre todos los ciudadanos. Es más, el hecho de que preguntes “qué hacer contra alguien que mata o hace daño a la gente” también implica que eres consciente de la raíz violenta del Estado y sus leyes.
La raíz violenta no es del Estado, es de la naturaleza humana. El hombre es intrínsicamente violento, y es la sociedad la que nos “impone” la no violencia. La impone por la fuerza porque si no, las personas se comportarían como estamos programados genéticamente: con violencia contra el prójimo.
El Estado no es iniciador de la violencia, sino respondedor ante situaciones violentas generadas por las personas.
No veo viable un sistema que funcione todo a base de gestiones privadas a diferentes niveles. Sin embargo ahora me has despertado la curiosidad, y dado que veo difícil que me expliques aquí cómo funcionaría la sociedad que tú defiendes (requeriría bastante más espacio que este foro), te agradecería que me recomendaras un libro o artículo o similar donde esté bien explicada la alternativa que propones.
Reconoces la raíz violenta del Estado para “imponer la no violencia”, que es precisamente lo que el artículo analiza en todas sus posibilidades lógicas. Te remito de nuevo al mismo. Dices: “La impone por la fuerza porque si no, las personas se comportarían como estamos programados genéticamente: con violencia contra el prójimo.”, pero omites el hecho obvio de que el “Estado” o la “sociedad” están compuestos por personas.
En otras palabras, das validez al argumento de la naturaleza humana cuando sirve a tu justificación del Estado, pero lo rechazas cuando éste se aplica al Estado mismo. ¿Por qué?
“El Estado no es iniciador de la violencia, sino respondedor ante situaciones violentas generadas por las personas.” – ¿Qué clase de “respuesta a la violencia” es la de la Policía ante el impago de los impuestos o las multas? Por favor, continúa las líneas de debate.
“No veo viable un sistema que funcione todo a base de gestiones privadas a diferentes niveles.” – ¿por qué?
Si no te explicas – ni das validez alguna al razonamiento sobre la inviabilidad del Estado como principio – me parece difícil que aceptes argumentos de efecto (la anarquía funciona porque tiene un efecto X – a explicar en cientos de páginas) que son mucho más fáciles de rechazar por su naturaleza más empírica. De todas formas encontrarás todo ese análisis – y mucho más – en la sección ‘Free Books’ de freedomainradio.com, en los libros “Practical Anarchy” y “Everyday Anarchy”.
En la cuestión de la naturaleza humana también hay un consenso científico sobre la importancia del entorno y la crianza sobre los factores genéticos. La serie de vídeos ‘Bomb In The Brain’ lo explica de manera brillante. En las páginas y el canal de Youtube de Freedomain Radio abunda este tipo de material.
Para más referencia, también otros movimientos de Internet se han percatado de estos problemas, por ejemplo este documental presenta bien la cuestión de la naturaleza humana y el problema económico actual: Zeigeist: Moving Forward – si bien sus conclusiones no son del todo acertadas por motivos cuyo análisis también encontrarás en Freedomain Radio.
En el argumento, se dice que el Estado atrae a personas malas porque así pueden ejercer su maldad sin impedimento alguno, sólo señalar que también atrae a personas buenas que quieran hacer de este mundo mejor, independientemente de si son listas o tienen la creencia de que pueden llegar a lograrlo, ese es otro tema.
Me impresiona lo claro que expone estos asuntos este señor Molineaux, mis respetos, estoy aprendiendo mucho con el, gracias por subir esto, de verdad gracias